Todo el mes previo a las elecciones del 26 de octubre estará atravesado por un dato determinante: el gobierno de Milei está en demolición.
Los trabajadores no aguatamos más. No llegamos a fin de mes, los despidos y cierres de empresas son pavorosos, mientras siguen hundiendo las jubilaciones, la salud y la educación.
El colapso del esquema económico está disparando la cotización del dólar, hundiendo los bonos y acciones argentinas y preparando un nuevo default de la Argentina.
El derrumbe económico se combina con el derrumbe de su credibilidad, porque mienten mejoras mientras empeoramos y por su participación directa en más y más casos de corrupción.
El gobierno de Milei, que vino para arrasar con los derechos que nos quedan, está mal herido.
Es el momento de multiplicar y reforzar la movilización popular, por todas las reivindicaciones urgentes y para que se vaya este gobierno. El Garrahan y la Universidad nos marcan el camino.
No volvamos al pasado
En este escenario, la clase capitalista, los verdaderos dueños del poder, han empezado a tejer una alternativa de recambio.
Acuden, para eso, al armado peronista, que colaboró estrechamente con la ofensiva de Milei y las patronales a través de sus gobernadores, legisladores y burócratas sindicales.
El gobernador Kicillof se pasea por los estudios de Clarín y La Nación dando señales de confianza al establishment.
Los responsables de haber dejado una inflación del 200% anual, incrementando la pobreza y la indigencia, de ser los protagonistas de los bolsos de López, se calzan ahora, apenas un año y medio después, el traje presidencial.
Son los mismos que llevan en sus listas a los burócratas sindicales que entregan las paritarias al cepo oficial, que dan la espalda a las luchas despidos masivos y que pactaron el apoyo a la ley Bases a cambio de sus cajas.
¿Qué proponen? Lo mismo de siempre.
Devaluar el peso, lo que significa una nueva demolición de los ingresos populares en beneficio del empresariado, y renegociar con el FMI, que exige una nueva reforma laboral, previsional e impositiva. Las llamadas “reformas estructurales” con las que nos taladran el cerebro que es la pura descarga de la crisis sobre nuestras espaldas.
Vamos con el Frente de Izquierda
La movilización popular le puso un límite a la ofensiva de Milei. Así lo evidenció la derrota de los vetos contra la ley Garrahan y la ley de financiamiento universitario.
Pero junto con “la fuerza de la calle” es necesario poner en marcha una salida de los trabajadores, votando en octubre diputados de izquierda por el siguiente programa:
Aumento de emergencia de salarios y jubilaciones. Para llevarlos al costo de la canasta familiar (hoy en $1.900.000) y que se indexen por inflación. 82% Móvil para los jubilados.
Prohibición de despidos y suspensiones. Reparto general de las horas de trabajo sin afectar el salario. Derogación del protocolo represivo de Bullrich y desprocesamiento de todos los luchadores perseguidos.
Aumento de los presupuestos de salud y educación.
Ni “atraso cambiario” ni devaluación. Ruptura con el FMI, no pago de la deuda externa usuraria y fraudulenta, nacionalización de la banca y el comercio exterior.
Que gobiernen los trabajadores.